martes, 19 de febrero de 2013

Esss mi Goya, tessssoro...


Querido amigo Frodo.

Una vez más, vuelvo a suspirar con una frase que corre el riesgo de identificarse conmigo de forma ya indefinida, y que me habrás oído en más de una ocasión, y de dos, y de tres:

"Estos humanos..."

Mira que han tardado. Cierto es que soy un ser de largo recorrido, pero tantos años de espera son tentar a la suerte, no porque mi existencia pueda tocar a su fin por edad, que va a ser que no, sino porque siempre puede aparecer alguna criatura, del Antiguo Mundo o de éste (casi peor éste...), y decidir que ya he caminado bastante.

Estoy divagando. Empezaré por el principio.

No sé si en tu agujero hobbit recibes bien la señal de TVE y si pudiste ver la gala de los Goya 2013. Te supongo un mediano bien informado, pero por si eres más de teatro que de cine, te diré que es la ceremonia de entrega de los premios más renombrados que concede la Academia de las Ciencias y las Artes Cinematográficas de España a las películas y profesionales de este medio.

El premio es esta escultura:


El humano Goya fue un pintor muy famoso en su tiempo. Pero parece que a los de la Academia no les debía convencer su arte como símil del cine, y decidieron que si los Premios iban a llevar su nombre, antes le amputaban los brazos. Consecuencia: ahora siempre se refieren a él como "cabezón", cuando el pobre sería bien normal si tuviera sus brazos con él.

Estos humanos...

La ceremonia es algo litúrgica y ceremoniosa. Nada de intervenciones cortas tipo "cuenta con mi espada", "y con mi arco", "y con mi hacha". No. Ahí se entretienen un buen rato hablando de sus seres queridos y lanzando críticas a sus gobernantes. Eso lo sabes, ¿verdad? Aquí ya no hay ovaciones como "llegan los días del Rey; bienaventurados sean"; aquí a los generales, senescales, capitanes o reyes se les critica abiertamente.

El caso es, amigo Frodo, que después de tantos años paseándome por estos mundos, y más concretamente por estas tierras, por fin decidieron que era llegado el momento de entregarme uno de estos pesados mancos. Te preguntarás "pero, Gandalf, ¿tú eres actor?", a lo que te contestaré, como en tantas y tantas ocasiones, que para salir adelante en estos aciagos tiempos hay que hacer de todo.

Adjunto un carboncillo correspondiente al momento en que recogí el premio:


Sí, me recorté la barba y dejé mis habituales caperuza y manto en casa. Tiene gracia mi vestimenta, ¿verdad? Gandalf el Blanco convertido en Señor Oscuro por una noche. Requerimientos del festejo. Estos humanos...

Quería haber dedicado unas palabras a la guapa de Galadriel, con un "¿y esto lo viste en tu espejo, vida mía?", pero me dijeron que fuera breve y me abstuve.

En definitiva, la fiesta bien, pero empiezo a ser mayor para trasnochar tanto. Hay un hidromiel llamado gintonic que dicen que procede de unas tierras o de un comerciante llamado Garrafón que me dejó todo el día de ayer postrado en mi cama. Fatal, oye.

Hala, cuídate mucho y nos vemos el domingo para el té en tu casa.

Tu amigo,

Gandalf.

PD: Ya tengo un nuevo nombre en mi larga lista de apelativos: José Sacristán. Pero no soy clérigo, es para despistar, juas juas.